La importancia de la gastronomía mexicana se comprende cuando se conocen los elementos que la conforman. En otras palabras, es necesario tener contacto con las preparaciones, sabores y técnicas tradicionales mexicanas para reconocer su valor y entender que su nombramiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad no fue otorgado por casualidad. La comida típica de México materializa los usos sociales, el conocimiento de la naturaleza, las técnicas artesanales y la tradición oral de nuestro pueblo, consiguiendo platillos únicos en composición y sabor que conquistan hasta al paladar más exigente.
El mole, el pozole, los tamales y los tacos son preparaciones que tienen en común todo lo anterior, pero a su vez se distinguen por una infinidad de características que los hacen singulares y que valen la pena conocer. Por esto y más, les platicamos un poquito sobre ellos para que los conozcan y se convenzan de que no pueden venir a México o considerarse mexicanos sin comerlos al menos una vez.
Pozole
Ya sea verde, blanco o rojo, el pozole es un platillo siempre presente en las fiestas patrias mexicanas. El protagonista de este complejo caldo es el elote cacahuazintle o maíz pozolero, reconocible por el gran tamaño de sus granos, su suave consistencia y su dulce sabor. El pozole puede ser blanco si no se le agrega salsa al caldo, rojo si la salsa es de chile ancho y guajillo o verde si es de tomate. Además, es una sopa que lleva carne de pollo y/o de cerdo, cebolla, rábanos, lechuga, limón, orégano y a veces se acompaña con chile piquín y tostadas con crema y queso rallado. ¡Una comida completa!
Mole
Muchas veces elegido como plato principal en las celebraciones populares como bodas y bautizos, el mole tiene su origen en el mulli o salsa que se utilizaba para acompañar proteínas en la cocina prehispánica. Es un platillo que ha evolucionado y tomado elementos de cada época, haciéndolos parte de su composición y logrando una variedad de estilos y combinaciones, no por nada existen más de 50 tipos. Ya sea que pruebes un mole almendrado con pollo deshebrado y arroz, una pierna y muslo de guajolote con mole negro, una pechuga de pato con mole manchamanteles o unos camarones con pipián verde, vale la pena intentar descubrir los chiles, jitomates, cacahuates, almendras, chocolate y/o especias que pueden llegar a contener estas complejas salsas. ¿Aceptas el reto?
Tacos
Es impreciso decir que queremos un taco, pues podríamos estarnos refiriendo a uno de canasta, de suadero o incluso a uno de bistec. No obstante, el principio para que una preparación con maíz se llame taco es que esté compuesta de un guiso colocado sobre una tortilla (o dos) y que se pueda comer con las manos, sin necesidad de usar cubiertos y sin haber pasado por una cocción en comal. Probablemente conozcas los típicos tacos al pastor, pero te recomendamos probar otros, como los tacos gobernador, los de costilla, de alambre o de lengua para que conozcas mejor este platillo típico y comprendas por qué es tan famoso dentro y fuera de México.
Tamales
Los “envueltos” de masa de maíz cocida pueden tener rellenos dulces o salados, de alguna carne, vegetal, fruta, chile o salsa. Hay entre 500 y 5,000 tipos de tamales en México, todos con formas distintas y ocultos en diferentes tipos de hojas, que suelen concederles características específicas y darles un poco de sabor. Si quieres probar el sabor del maíz en una forma que no sea la tortilla, no dejes de probar las corundas michoacanas, los tamales de chipilín, un tamal rosado de piloncillo o uno de salsa verde o roja.
No te preocupes si no comes picante o no te gusta algún sabor, recuerda que hay pozole, tacos, tamales y moles para todos los gustos y estamos seguros de que encontrarás alguna versión que disfrutarás hasta el final.
Ahora que ya sabes que la mejor manera de apreciar la gastronomía mexicana es comiendo, te invitamos a probar los colores, sabores y texturas de nuestro país en alguno de nuestros food walking tours. Puedes conocerlos en nuestras redes sociales o en nuestra página web, Sabores México Food Tours. ¡Provecho!
Artículo por: María José Ordóñez Platas